RELATO: CAÑERÍAS OBSTRUÍDAS



Fue durante el 2016 cuando sonaron las alarmas. A pesar de que ya había ocurrido antes, en el 2007, en unos juegos panamericanos. La noticia estaba en las portadas de todos los diarios del mundo. El título parecía exagerado y sensacionalista, pero era muy real. Vaya que sí... Vaya que sí.

"CAÑERÍAS DE LA VILLA OLÍMPICA OBSTRUIDAS POR CIENTOS DE CONDONES".

Cuando Alan leyó el artículo, los otros miembros del equipo de relevo 4x400 nos partimos de la risa. Estaba iniciando la segunda semana de competencia, y nos encontrábamos desayunando sándwiches con jugo de naranja. Butch se ahogó, tosió y terminó escupiendo sobre la mesa una mezcla viscosa, medio verdosa y medio anaranjada, de saliva, jugo y lechuga mientras Deon le daba palmadas fuertes en la espalda.

Butch alzó la vista, tosió tres veces, y con los ojos llorosos, dijo:

—Con razón mi váter tarda un siglo en bajar.

Y Alan dijo:

—A eso se debe el olor desagradable que emana de los inodoros.

Se decía que el costo de aquellos juegos olímpicos había sido de unos US$4.6 mil millones. Y la verdad es que dicha inversión no se vio reflejada en la infraestructura de aquella villa olímpica. Los australianos fueron los primeros en quejarse. Describieron los apartamentos como inhabitables, y dijeron que detectaron problemas de electricidad, agua, gas, además de suciedad en las habitaciones. Así que terminaron alojándose en hoteles cercanos.

El alcalde de la ciudad dio declaraciones, diciendo que pondría canguros en las habitaciones para que los australianos se sintieran como en casa. Así es la gente de aquel lado del mundo. Lo resuelven todo con un par de chistes.

Luego, a las quejas de los australianos se les sumaron las de las delegaciones de Suecia, Bielorrusia y Argentina. Y lo cierto es que desde un principio se dijo que aquellos juegos no debían realizarse en tierras cariocas, pero cuando hay dinero de por medio... Y hablando de dinero, con tamaña inversión y tan pobre infraestructura, me pregunto cuánto habrá ido a parar a paraísos fiscales.

Alan señaló la pantalla de su iPhone y dijo:

—Aquí los del periódico afirman que los encargados del mantenimiento encontraron un cerro de condones usados.

Todos nos reímos.

Solo imagina destapar las cañerías y encontrarte con un montón de condones llenos de semen, entrelazados, anudados, pegajosos, entremezclados con mierda y toallas sanitarias, atascando el colector de desechos sólidos.

Seguramente te estarás preguntando cuántos condones se necesitan para taponar los desagües de una villa olímpica. Yo también me hago la misma pregunta. Pero, hagámonos una idea: el Comité Olímpico Internacional distribuyó cuatrocientos cincuenta mil condones entre los atletas. Estamos hablando de mas o menos cuarenta condones por individuo. Cifra que triplicó la cantidad de preservativos repartidos en los juegos olímpicos de Londres. Todo un récord mundial. En Beijing se repartieron cien mil condones; en Atenas la cifra llegó a los ciento treinta mil, y en los juegos de Sidney fueron noventa mil. Y, aún así, hay quien se pregunta si todo el rollo del sexo durante las olimpiadas es cierto. Haz convivir durante dos semanas, a jóvenes bien parecidos, atléticos, y en algunos casos, famosos y ricos, y obtendrás la respuesta: una cantidad desmedida de sexo; un oasis sexual. Pasa también en los juegos de invierno y en mundiales de atletismo.

Carrie Scheinberg confesó que durante los juegos de invierno celebrados en Lillehammer, por allá en el año 1994, dos pilotos alemanes de bobsleigh le ofrecieron sus medallas de oro a cambio de sexo. Nunca admitió si aceptó el trato o no. El jabalinista Breaux Greer confesó que mantuvo relaciones en la villa de Sidney con una pertiguista y una vallista al mismo tiempo. En esas mismas olimpiadas, Josh Lakatos convirtió un edificio vacío de la villa en un lupanar. Y fue en Sidney donde Federer conoció a su esposa. Se dice que en Pekín, Hope Solo armó una gran fiesta y coló a una celebridad hasta su habitación. No sé si sea cierto. Pero lo que sí sé es que no es muy difícil burlar la seguridad de una villa olímpica. Por otro lado, fue en Pekín donde se conocieron Taylor Phinney y Shawn Johnson. Esos fueron mis primeros juegos. La primera vez que toqué la gloria; mi primer oro. Mi primer threesome (HMH). Alan y yo nos follamos a una de las chicas que pertenecía al protocolo. Era una asiática hermosa, menuda, portadora de una larga y sedosa cabellera negra y coño bien prieto. En Pekín descubrí que toda mi vida se había basado en una mentira. Descubrí que el sexo no debilita si repones la energía gastada. Un buen plato de pasta, o una hamburguesa, o tres buenos tarros de helado de mantecado de después del sexo. Ese es el secreto.

El teléfono de Butch comenzó a vibrar encima de la mesa.

—Esta debe ser la que posiblemente se convierta en mis condones usados número nueve, diez, once y doce —dijo mientras se disponía a desbloquear su teléfono—. Juro que me la cogeré cuatro veces.

La secuencia de desbloqueo de Butch era la más inútil del mundo, y sin embargo, la más usada: una zeta.

—Vas muy lento —replicó Deon, dándole un mordisco a su sándwich—. Yo he usado doce condones.

Desde Pekín formamos equipo. En aquel entonces ganamos el oro. Repetimos el color dorado en los mundiales de Berlín, Daegu y en las olimpiadas de Londres. Y desde entonces pasaron a llamarnos Los Cuatro Fantásticos. Alan sacó su propia versión guarra: Los Cuatro Folla-fantásticos.

También nos bañamos de oro en los mundiales de Moscú y Pekín. Entramos al libro Guinness. Por mi parte, me he bañado de oro en todas las pruebas individuales en las que he participado desde las olimpiadas del 2008 hasta la actualidad. Nosotros, Los Cuatro Folla-fantásticos, hemos compartido podio en cinco ocasiones. Butch siempre ha sido plata. Deon y Alan siempre se han peleado el tercer lugar. Pero, además de competir en las pistas, competimos en las camas de las villas... Somos organizadores de nuestras propias mini-olimpiadas, o nuestras Folla-olimpiadas, como las llama Alan, en las que siempre gana quien use la mayor cantidad de condones.

Butch hizo caso omiso al comentario de Deon, soltó una risita, y dijo:

—Se los dije. Es ella. —Y comenzó a leer el mensaje.

La chica era una jugadora de voleibol brasileña. No recuerdo su nombre, pero su apellido era Carvalho, o algo así... Butch nos contó que su plan de follada se había venido abajo, debido a que una chica de la delegación brasileña había sido expulsada por un escándalo sexual. Una novatada seguramente.

Alan soltó una carcajada que resonó en todo el comedor. Y unas suizas que iban pasando a dos mesas de distancia se nos quedaron mirando con una sonrisa aleteándole en los labios, luego agitaron las manos en el aire a modo de saludo. Nosotros hicimos lo mismo. Éramos un cuarteto de celebridades donde yo era quien más brillaba. Dentro de las villas mi presencia solo es opacada por Usain Bolt y Michael Phelps.

Butch continuó:

—Dice que les han doblado la vigilancia. Y que no se podrá esta noche. Pero también me está diciendo que después de los juegos harán una fiesta, y que estamos invitados. Habrán muchas brasileñas. ¿Qué le digo?

—No creo que pueda —le dije—. Tengo compromisos con Nike.

—Dile que sí —contestó Alan.

Cuando las competiciones finalizan es que se arma lo bueno. Y una de las desventajas de ser yo es que a veces me veo en la obligación de marcharme antes. Pero una ventaja de ser yo es que follo mucho, antes y durante las competencias. Sobre todo en los juegos olímpicos, donde follan más del 70% de los atletas. Haber... supongamos que hablamos de once mil personas. Eso quiere decir que más de siete mil setecientas mantienen relaciones sexuales. Eso todo el mundo lo sabe, pero se ha mantenido como un secreto a voces a lo largo de los años.

Las villas deportivas son el centro de libertinaje más grande del mundo. En especial aquellas villas de Río de Janeiro donde la aplicación Tinder jugó un papel importante a la hora de ligar. Si viste aquellos juegos seguramente llegaste a notar que nosotros, los atletas, estábamos muy concentrados en nuestros móviles en todo momento. Entre los perfiles de atletas que desfilaban en Tinder estaban los de Ruta Meilutyte, Shannon McCurley, Cassidy Cook, Mady Wilson, Cornelia Groot, Brianna Throssell, Nike Lorenz, Kathleen Baker, y por supuesto, Ryan Lochte, quien además de follar acostumbraba a irse de juerga. Era todo un ídolo olímpico.

Gracias a Tinder conectamos con dos periodistas españolas que se arriesgaron a perder su credencial. Y junto a otro equipo de relevo, cuya nacionalidad me reservaré, hicimos lo que Alan llamó El Folla-levo 4x1, que consistía en lo siguiente: en camas diferentes, los cuatro miembros de cada equipo nos follamos a una de las periodistas lo más rápido posible, y ganaba el equipo cuyos miembros tardaran más en acabar. Simple, práctico y divertido. Después, hicimos lo que Alan llamó El Folla-levo 4x1 Versión Anal, haciendo uso de un tarro de vaselina. Pero esa competencia la tuvimos que suspender porque nuestra periodista terminó con hemorroides tipo II, y tuvimos que ponerle un trozo de hielo en el ano.

Si alguien comparase las estadísticas sexuales de todos los juegos olímpicos notaría que los juego de Río fueron los más fieles a los primeros, los que llevaban a cabo los griegos. Sexo por doquier.

Se dice que una atleta uruguaya se pasó a media villa olímpica por la entrepierna. Y que los pedos de una atleta colombiana, cuyo nombre no recuerdo, olían a café. Y que Usain Bolt era el hombre más rápido del mundo porque corría con tres piernas.

—¿No limpiarás eso? —le preguntó Deon a Butch, señalando la mezcla asquerosa que se tornaba más acuosa conforme pasaban los segundos.

—No, para eso están los que limpian. La chica me está diciendo que irá una africana.

—¿Semenya o Wambui? —preguntó Alan.

Deon y Butch se rieron.

—¿Qué? —preguntó Alan.

Y Deon le dijo:

—Tú se lo meterías a tu madre si tuvieras la oportunidad.

—Eso se llama discriminación.

—No es discriminación —soltó Butch—. Se llama sentido común.

Butch y Deon soltaron una carcajada.

Butch googleó a ambas atletas, y le mostró a Alan una foto donde hacían una comparación de las dos.

—¿Quién me dice que no hay un clítoris de doce centímetros allí —dijo, señalando la entrepierna de las atletas con el dedo.

—¿Un clítoris de doce centímetros? —Deon dejó escapar una risita—. Eso es un pene sin testículos.

—Prejuicios —dijo Alan.

—¿Qué dices tú? —me preguntó Deon.

Y yo le dije que estaba plenamente convencido de que si se le presentaba la oportunidad, Alan haría un trío con Semenya y Wambui.

Alan dijo:

—Hasta lo grabaría. Y lo subiría a Xvideos para que el mundo viera que ambas tienen vagina.

—Alan el Pene Liminador de Deprejuicios Morgan —soltó Deon, y todos lo acompañamos con una carcajada.

—Deon, ahora que lo pienso, ¿doce centímetros no es lo que mide tu pene? —dije.

Y él replicó:

—Eso no es lo que ha dicho Katie... ¿o era Carrie? 

—¿Y esa quién es?

—Mi condón número uno de estos juegos olímpicos. Es una gimnasta, es de Gales... o Escocia. No lo recuerdo.

—Reino Unido —dijo Alan.

—Sí, sí, pero no sé específicamente.

—Da igual, es Reino Unido.

—¿Si? ¿Es que Gales y Escocia y toda esa mierda no son países distintos?

—Sí, pero forman un revoltijo que se llama Reino Unido.

—Deberían competir de manera independiente.

Alan se encogió de hombros.

Y yo dije:

—Es que tiene su ventaja. Coges lo mejor de cada país, lo unes y tienes una delegación más fuerte.

—Hmm... tiene sentido —dijo Deon, y después le preguntó a Alan cuántos condones había usado hasta el momento.

—Quince —respondió—. Dieciséis, sumando el que se rompió.

—Alan, mejor conocido como Rompe Condones —bromeó Deon; luego me preguntó a mí.

—Catorce —fue mi respuesta.

—Ja, voy ganando —dijo Alan, echándose hacia atrás y entrelazando las manos detrás de su cabeza.

En Río surgieron nuevas creencias olímpicas entre los atletas. Por ejemplo, se decía que tirarse a una rusa traía mala suerte (en Pekín sucedió algo parecido, pero a la inversa, no sé quién hizo correr el rumor de que follar con Isinbáyeva te hacía ganar medalla de oro). Se decía que follarte a las de salto con garrocha te hacía crecer un par centímetros; que follar con las de salto triple te engrosaba las piernas, y que practicar más de tres posiciones sexuales con una gimnasta podía dejarte padeciendo de eyaculación precoz por cinco días. También surgió la creencia de que para ganarle a Bolt debías cogerte a una jamaiquina. Se decía que para ganarle a Phelps debían orinarte siete mujeres de nacionalidades diferentes. Inclusive, se ofrecieron recompensas. Las Folla-olimpi-recompensas. Hicimos una recolecta de US$2.500 que serían entregados a la chica que nos devolviera al viejo Michael Phelps, pero nadie pudo cobrar la cantidad porque la esposa no le se quitaba de encima en ningún momento. Se ofrecieron US$500 a quien lograra coger con Spanovic. US$300 a quien se follara a Lauryn Eagle. US$2000 a quien lograra ligarse a Hope Solo. US$700 al primero en ligarse a Aly Raisman. US$1000 a quien lograra follar con Klishina. Y así sucesivamente se siguieron haciendo recompensas, y unas cuantas fueron cobradas.

Yo traté de ligarme a una corredora australiana, pero la tipeja se la tenía muy creída. Es lo que pasa con la gente que se vuelve famosa gracias a una viralización en internet. Así que desistí. En su lugar, me ligué a una fanática brasilera vía Tinder. Cosa de una noche. Y por cierto, terminó siendo menor de edad. ¿Pero cómo iba yo a saber? ¡¿Has visto el cuerpo de esas mujeres?! Por Dios. Lo peor es que trató de chantajearme la muy perra. Al final tuve que desembolsar US$5.000 para evitar el escándalo. ¿Te lo imaginas? Los titulares hubiesen sido más o menos así: "ESTRELLA DE ATLETISMO VIOLA A FANÁTICA EN PLENA VILLA OLÍMPICA". No, gracias; preferí dejarme robar.

Río fue una demencia total. Y ese cerro de condones usados que fueron encontrados en el desagüe abalan lo que digo. Pero no todo fue sexo, al igual que en toda competición deportiva, el dopaje jugó un papel importante. Silvia Danekova dio positivo por EPO, y a ella se le sumaron Chen Xinyi y Tomasz Zielinski; Izzat Artykov, un pesista de Kirguistán; el chipriota Antonis Martasides, la taiwanesa Lin Tzu-Chi, un mongol de nombre impronunciable y pare de contar. Fueron doce casos en total. Pero, en realidad, son muchos más. Muchísimos. Los no detectados, así se les dice. Existen sustancias que ni te imaginas. Dopaje Biológico. La EPO y los esteroides convencionales son cosas del pasado. Te hablo de sustancias indetectables y que son mucho más caras, y difíciles de conseguir. Sustancias que vienen de Asia y que hasta el 2008 solo habían sido probadas en animales. Gota mágica o Gota china llaman a la nuestra. Butch prefiere llamarla Droga pesca-vaginas. Deon la llama Droga amasa-fortunas. Alan dice que Bolt la usaba, y que así es como llegó a bajar su tiempo a 9,58 en el 2009, y que Blake la usó para ganarle a Bolt en el 2012. Pero yo dudo que esto haya sucedido.

Se dice que Phelps se hacia transfusiones sanguíneas en Athenas, pero fue en Pekín cuando se subió a nuestro tren del dopaje chino. Se dice que Lotche usó nuestra gota mágica en Londres, al igual que Ledecky, quien a continuado usándolo desde entonces. Y así se extiende la lista. Beisbolistas, basketbolistas, futbolistas, tenistas y jugadores de la NFL, se han pasado al lado oscuro. Afortunadamente nosotros, fuimos de los primeros en probar el funcionamiento de esta sustancia en humanos, y eso nos garantiza acceso a la Gota mágica hasta el día en que decidamos retirarnos... Por eso, que suspendieran a todos aquellos atletas rusos en Río, cuando nosotros, los no-detectados, hacíamos lo que nos daba la gana, es de risa. Y, peor aún, cuando varios atletas pertenecientes a mi delegación estaban atiborrados de sustancias prohibidas sí-detectables, e incluso otros habían sido sometidos a neuro-dopaje. La IAAF solo perjudicó a un duro contrincante para favorecer otras delegaciones. Siempre lo ha hecho. Y siempre lo hará.

Lo cierto es que estas competencias de atletismo son como el festín que se daba Lance Armstrong en su momento. Él fue la mayor estafa del ciclismo. Pero nosotros somos la mayor estafa del deporte mundial. Buenos doctores, buenos contactos, y una buena metodología de dopaje, pueden garantizarte la gloria. Pero, tarde o temprano terminarás jugando al gato y ratón. En cambio, nosotros vamos por ahí como si nada. Nadie sospecha. Desde Pekín venimos pasando una prueba de dopaje tras otra. Mañana será la inauguración de los juegos de Tokio, y nosotros, los no-detectados, continuaremos con la fiesta. Nos bañaremos de oro; subiremos al podio y, una vez más, seremos alabados por las masas. Seguiremos poblando las portadas de los diarios...

Seguiremos siento tendencia en las redes sociales...

Seguiremos follando en las villas deportivas...

Seguiremos riéndonos de las pruebas de dopaje... y frustrando sueños...

Porque somos conejos escurridizos. Los obstructores de cañerías. Somos los ladrones de glorias. Somos ídolos de multitudes. Somos los falsos héroes de toda una generación.